jueves, 26 de agosto de 2010

Se me ha roto un disco lleno de fotos

1. Horror
Me he comprado un nuevo disco de 500 Gb. para almacenar, por el momento, todas las fotos e imágenes que he ido recopilando a lo largo de casi 10 años de ordenador y 6 de fotografía digital.
Una vez que trasladado todos mis ficheros al nuevo dispositivo (IOmega), me dispongo a disfrutar de él (disco de 2,5 " y alimentación a través de USB). Me lo puedo llevar a cualquier parte y me lo llevo al pueblo de vacaciones.
Estoy haciendo un montaje de mi último periplo por tierras extranjeras y utilizo el programa Picasa de Google para hacer una primera selección.
Una vez elegidas las fotos que me parecen más representativas, procedo a crear una nueva carpeta con ellas. Dejo el portátil haciendo esta operación (lee las fotos en IOmega y las copia a una carpeta del disco C del portátil) y me voy a dar un paseo.
Cuando vuelvo, escucho un ruido un poco raro (raca, raca, raca, ...) que proviene ¡Oh, no! del disco recién estrenado (sólo tiene una semana de vida).
El portátil todavía lo reconoce, pero ya ha comenzado a hacerme guiños; al cabo de muy poco tiempo, el raca, raca sigue oyéndose. El portátil ha dejado de reconocer el nuevo disco IOmega. ¡Horror!, creo que acabo de intuir que por un desagüe virtual de mi disco se ha ido una parte importante de mi memoria "foto-digital".

2. ¿Qué hacer?
Conecto el dichoso disco una y mil veces, lo meneo, le doy aliento, le pido a dios que se vuelva a conectar por dentro lo que haya podido soltarse. Es inútil, el disco IOmega sigue mudo, bueno, no precisamente mudo, un fastidioso raca-raca ha sustituido a ese "delicioso" zumbido que hacen los discos cuando giran vertiginosamente en busca de los bits más escondidos.

3. ¿Qué haber hecho antes?
El fastidio y el horror no alcanzan los límites más impensables porque por mis adentros pienso que, aunque la tarea me lleve tiempo, tengo los deberes informáticos medianamente hechos. No sólo tengo una salvaguardia de lo que se ha perdido. ¡Tengo tres!. Yo, que siempre he alardeado de mi seguridad informática ante las pérdidas dolorosas de datos, puedo demostrar que ha valido la pena la metodología seguida. Eso sí, me va a llevar algo de tiempo volver a trasladar a un soporte nuevo los casi150 discos, entre CD's y DVD's que ocupa mi salvaguardia.
Pienso al mismo tiempo, que, en cualquier caso, existen empresas que se dedican a recuperar estos desastres, pero me temo que son un poco caras.
El procedimiento seguido hasta la fecha para salvaguardar, sobre todo, mis fotos ha sido el siguiente (como se verá no ha sido del todo el ideal y habrá que incorporar algunas variaciones en cuanto salga de esta):
  • Hago una copia de la tarjeta de fotos a una carpeta de un disco externo.
  • Después hago tres copias de dicha carpeta respectivamente a tres DVD's (2 los mantengo en sendas torres próximas y el tercero lo guardo en un edificio diferente a los dos primeros (ya se sabe: incendios, catástrofes, robos, etc.)
  • Una vez he realizado esta "cuádruple" salvaguardia borro el contenido de la tarjeta fotográfica para poder seguir haciendo fotos (por supuesto que dispongo de varias tarjetas "limpias" que puedo utilizar antes si me demoro en la operación de salvaguardia.
  • En cualquier caso, no conviene retrasarse mucho en realizar la salvaguardia, pues hay que pensar que, hasta ese momento, sólo disponemos de un "ejemplar" de nuestras fotos en la tarjeta fotográfica. (Ya me ha ocurrido, por dos veces, la pérdida de la funda de la máquina con todo el juego de tarjetas dentro. Afortunadamente, en uno de los casos, las tarjetas estaban todas "limpias", y, en el otro, tuve la buena fortuna de recuperar la funda de la cámara con todas las tarjetas. De no haberme sonreído la suerte hubiera perdido unas cuantas fotos interesantes, aunque no "estrictamente" irrepetibles).
4. Operación "recóberi"
Una vez pasado el mal trago, me puse manos a la obra y decidí comenzar a copiar todas las fotos a un nuevo disco de 2,5 " que adquirí para este menester.
Entretanto y dado que tan solo hacía diez días que había adquirido el IOmega, me acerqué hasta la FNAC con la esperanza de que, al menos, me proporcionasen un disco nuevo sin tener nada que abonar.
Lo primero que me dicen es que seguramente el fabricante me cambiará el disco. Ellos me proporcionan el procedimiento, pero ya han pasado más de siete días desde la compra y ya no me lo cambian.
Tras probar el disco y, tal vez, ver mi preocupación, acceden a decirme que si tengo el envoltorio y todo lo que venía en condiciones, tal vez hagan una excepción y me lo cambien; en fin, que vuelva luego con la caja y ya se verá, pero tiene que ser esa misma tarde.
Vuelvo a casa pensando que, como tengo las salvaguardias, al menos recuperaré los 90 euros que me costó el disco. Eso sí, no puedo tocar el disco para nada y ver si la vería solo afecta a la circuitería exterior. Ellos me dan un disco nuevo, pero se quedan con el averiada (¡y todos los datos!).
Yo, que lo guardo casi todo, regreso a casa con la firme esperanza de encontrar el envase y tener de nuevo un disco en el que volver a grabar la salvaguardia.
Mientras tanto, me paso por PC-BOX con la idea de comprar una carcasa (con la secreta intención de desprecintar mi IOmega y comprobar si el fallo del mal funcionamiento es debido al controlador del disco). Les cuento mis cuitas, vuelven a escuchar el ruido que hace el disco al conectarlo a un ordenador y el gesto que hace el chico que me atiende con la cabeza me confirma en la idea de que la cosa está un poco difícil. El cree que no hay una solución "barata" para mi problema y que no hace mucho atendió a un cliente al que le cobraron 900 euros por recuperar una información.
A pesar de todo adquiero una carcasa y ¿por qué no? un disco nuevo de 2,5 " y 500 Gb. (total todo me sale por 68 euros y quién sabe lo que me van a decir en la FNAC).
Llego a casa, busco la caja del IOmega y no la encuentro, miro en el trastero y no está. Tal vez está en el pueblo, pero ya veo que esa tarde no me cambian el IOmega en la FNAC, además no podré volver a la tienda hasta dentro de una semana. Me quedo sin disco ¡afortunadamente! porque, como veremos, no hay mal que por bien no venga.
Comienzo la recuperación de las fotos. Empiezo por los últimos DVD's grabados. Voy comprobando que las fotos se van trasladando al disco de PC-BOX (¡que menos mal que he comprado!).
Cuando todavía voy por los DVD's de comienzos del verano y que se corresponden con un viaje a Bélgica, compruebo que hay una carpeta que no se ha grabado. La carpeta no se abre y parece estar vacía. Sufro una pequeña crisis, pero me digo que no es grave, afortunadamente tengo la segunda copia a mano y la introduzco en el ordenador para restaurar la copia. ¡El defecto vuelve a aparecer! ¡Toda una tarjeta de fotos del viaje a Bélgica irrecuperable!. Todavía me queda la tercera copia para salvar la crisis. Mientras reviso como ha ido la grabación del resto del DVD. La otra carpeta que contiene parece haberse grabado bien, pero ¡oh dios mío! ¡hay fotos que no se abren!. El asunto se está poniendo muy serio. Otra tarjeta de fotos del reciente viaje está también seriamente dañada. Por la noche, tengo la ocasión de comprobar que la esperanzadora tercera copia sufre los mismos males. He perdido casi mil fotos de un viaje irrepetible. Necesito consolarme pensando en que, al menos, había realizado una selección de las mejores fotos poco antes y la copia de la selección si que ha sobrevivido (al menos dispongo de un 20 % de la pérdida y se supone que son las mejores fotos).
Pienso seriamente en mandar el disco a recuperar cueste lo que cueste (es decir, en torno a los mil euros), pero la balanza entre los recuerdos y los euros no acaba de inclinarse por los primeros.
¿Tanto valen los recuerdos?

5. Primeras lecciones
  • Al principio, las salvaguardias las hacía en CD's. Cuando el coste de los DVD's bajó, vi que era mucho más productivo hacer las copias en este soporte que sextuplicaba la capacidad de los CD's. Además, no hay problema en ir añadiendo carpetas de ficheros a un DVD hasta que se llena.
  • Cuando el precio de los discos externos fue más asequible, vi que era mejor recopilar todas las imágenes en uno de estos soportes (además de los correspondientes DVD's de salvaguardia) porque podía acceder a toda mi información fotográfica sin necesidad de buscar, meter y sacar los discos correspondientes al archivo buscado.
  • Entre todos estos procesos, apareció Picasa, el software gratuito de Google para gestionar imágenes e incluso pequeños vídeos. ¡DE-FI-NI-TI-VO!. ¡Cuanto he de agradece a Picasa!
  • A pesar de que a todos mis amigos les doy la brasa con las excelencias de Picasa, parece que tengo poco éxito como agente de ventas de este producto. ¡Ellos se lo pierden!. Además de las posibilidades de la versión para web (es un tema para otra ocasión), desde que descubrí Picasa, la gestión de mis fotos (es decir los mínimos retoques antes de su almacenamiento: giro, mejora de contraste, buscar la horizontal, ojos rojos, etc.) la hago siempre utilizando este programa. Creo que llenaría hojas y más hojas glosando las excelencias de Picasa, pero, ¡a lo que estamos! y es que Picasa, para gestionar las fotos (cada de vez con mayor tamaño de megapixels) va generando sus propias bases de datos a las que acude para mostrar la mayoría de las utilidades que tiene el programa.
  • De esta cuestión me di cuenta por casualidad cuando, al comprobar que el disco C del ordenador le quedaba muy poca memoria y hurgando en el árbol de directorios (con la opción de visualizar las carpetas ocultas) me percaté de que unas carpetas ligadas a Picasa me estaban "chupando" cerca de 50 Gb., claro que por aquel entonces ya estaba gestionando con el software de Google más de 150.000 imágenes.
  • Al hacer limpieza (creía que aquellos ficheros "tan gordos" no tenían tanta importancia) me cargué todo lo que tenía que ver con Picasa y, como era de esperar, Picasa no me reconoció ninguna de las imágenes que tenía en el disco.
  • Afortunadamente, el programa funciona bastante rápidamente y no me costó demasiado (tal vez un día) que el programa volviera a reconocer todas mis imágenes y volviera a generar aquellos ficheros ¡tan importantes!.
  • Ahora, ante la tarea tan pesada de tener que trasladar toda la información de los DVD's a un disco externo, me preguntaba porqué no había tenido la precaución de grabar una copia en otro disco.
  • Y es que, ahora los discos externos son cada día más baratos. Así que, desde ahora, voy a cambiar la tercera copia en DVD por una copia de mis tarjetas fotográficas en otro disco externo.
  • El esquema queda como sigue: de la tarjeta fotográfica hago dos copias a dos discos externos y a dos DVD's. Un juego de DVD's los almaceno en un lugar alejado de los otros. Si falla un disco externo, me queda el otro para hacer una nueva copia relativa rapidez.
  • Comprar un seguro de recuperación. Merece la pena. Con 20 euros más que me hubiera gastado en mi IOmega, ahora podría permitirme el lujo de enviar a recuperar el disco estropead ¡además, hasta por dos veces! sin gastarme nada más. Pero, ¿quién lo iba a pensar?, además ya tenía mis tres copias en DVD.
  • Mucho cuidado al hacer las copias en soporte DVD. Si no se comprueba que se ha efectuado bien la grabación, esta relajación nos puede jugar una mala pasada. Además como el proceso se repite para las tres copias, el error se arrastra por triplicado. Es lo que me pasó con las fotos de Bélgica.
  • El error se produjo seguramente, al ajustar la cantidad de información que iba a grabar, ya que excedía de la capacidad del DVD. Esta operación, que ya había hecho más veces, debió alterar el índice de archivos y la cagué.
6. Seguimos con el "recóberi"
Ya llevo una buena tacada de DVD's y CD's recuperados. Cuando al copiar uno en concreto, compruebo que, a pesar de las indicaciones escritas en el mismo, contiene la misma información que otro que acababa de copiar con anterioridad. ¡Las fotos de Italia!. Por un despiste en la grabación de las copias de seguridad, acababa de comprobar que había perdido el 50 % de mis recuerdos fotográficos de otro "irrepetible" viaje de verano. Estoy en una fase de aprender a asumir las pérdidas. Aunque pensé que, en este caso, ni siquiera había hecho una mala selección y me tendría que conformar con las escasas fotos en papel, me iba haciendo a la idea y volví a plantearme que tendría que hacer una sería reflexión sobre el valor de los recuerdos (y en particular de los fotográficos).
Mientras tanto iba investigando sobre las empresas que hacen recuperación de discos y, buscando por internet, encontré una página que no tenía mala pinta y decidí enviar un correo solicitando información. No tardaron en contestarme, la horquilla de precios para la recuperación estaba entre los 850 y 2450 euros. Facilitaban un presupuesto gratuito sobre la reparación y se encargaban de recoger el disco averiado. Si al final no estabas interesado en la reparación y si lo pedías expresamente, te devolvían el disco (portes debidos) y a otra cosa mariposa.
Todavía los euros están pesando más que los recuerdos y precisamente el recuerdo de aquellos enormes ficheros de Picasa que había borrado inconscientemente me vino a la cabeza.
En aquellos ficheros tan grandes tenían que estar las fotos borradas. Pero, ¿cómo acceder a ellas?¿cómo abrirlos?.
La solución está precisamente en esos ficheros, pues Picasa genera una pequeña copia (640 x 480) de cada fotografía que gestionamos con este programa y la guarda en la siguiente dirección:

C:\Users\nombre_usuario\AppData\Local\Google\Picasa2\db3\previews_n

(siendo n un número entero que aumenta conforme almacenamos más ficheros)

Lo que es necesario es encontrar un programa que pueda leer estos ficheros y que además nos permita exportar los ficheros encontrados. Este programa es:

dec Picasa Thumbnail Database Viewer

El programa no es gratuito cuesta 19,95 $ (más barato en euros), pero ese precio no es nada cuando tienes que recuperar fotografías que has perdido para siempre (aunque sea en un formato de 640 x 480). La página del programa es: 


y este es el aspecto que ofrece trabajando:



Seleccionamos aquellas imágenes que queremos recuperar (o bien por defecto recuperamos todas las imágenes que contiene la base de datos) con la siguiente opción:


Podemos exportar las imágenes en formato JPG, pero no podremos recuperar ni el nombre original del fichero ni la fecha en que fue tomada la imagen, así que una vez extraídas las mismas (del orden de 10.000 imágenes por cada fichero de base de datos), es necesario verlas una a una (de nuevo podemos utilizar Picasa para facilitar esta tarea).